sábado, 24 de marzo de 2012

Jhony

Hace dos años que hago voluntariado en el ISN (Instituto Nacional de Salud del Niño) donde cada domingo, junto a muchos jóvenes, vamos a visitar a los niños del hospital.
Hace un año conocí a Jhony, un niño del pabellón de Traumatología; era el más tímido de los cuatro niños que se encontraban en el cuarto pero poco a poco fue hablándome. Me contó que tenía 9 años y que vivía en Cajamarca, que lo había atropellado un auto y tenían que operarle las piernas. Comencé a visitarlo todos los domingos, le llevaba dulces y juguetes para que no se aburra de estar tanto tiempo en cama y me quedaba más tiempo con él que con los otros niños. Un día llegué y a Jhony se le estaba derramando el suero, llamé a la enfermera y ella le dijo que cuando viniera su mamá le dijera que le comprara otra llave y otra manguera porque se le habían roto. Él se quedo triste y me dijo que su mamá no vendría. Y tenía razón, a diferencia de los otros niños, Jhony no recibía visitas. Le pregunté si venían sus papás a verlo y me dijo que no, que sólo vinieron a Lima para internarlo y luego se regresaron a Cajamarca porque tenían que quedarse con sus otros hermanos. Fue desde ese momento que decidí hacerme cargo de Jhony, las enfermeras comenzaron a darme las recetas para poder comprarle lo que necesitaba para su recuperación. Me encariñe mucho con él, los días que no podía ir a verlo lo llamaba para saber cómo estaba. Le enseñaba el abecedario porque Jhony no sabía leer, pintábamos, jugábamos y lo paseaba en su silla de ruedas. Y así lo acompañé durante 3 meses hasta que Jhony se recuperó y le dieron de alta. Me costó mucho despedirme de él, pero estaba feliz de que pudiera regresar a su casa y con su familia.
En realidad no le salve la vida, probablemente fueron los doctores quienes lo hicieron, pero me alegra profundamente saber que pude ayudarlo y acompañarlo cuando más lo necesitó.

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