sábado, 31 de marzo de 2012

El guardia

Hace siete años que vivo en una residencial relativamente grande y por ello son muchos guardias que velan por la seguridad de los que vivimos aquí. Siempre me llamó la atención uno de los señores que se encarga de una de las puertas porque a diferencia de los otros guardianes él siempre se nota muy contento. Sin importar que turno le toque, sin importar si hace mucho frio o mucho calor, él siempre está dispuesto a abrir la puerta con una sonrisa y un efusivo saludo. Me cuestionaba mucho que a pesar de que su trabajo aparentemente no es el más acomodado ni el mejor remunerado, siempre estuviera tan contento; transmitiendo mucho gozo y dando la impresión que disfruta plenamente de su labor. Me pongo a pensar si yo estaría tan contenta si tuviera ese trabajo, porque reconozco que se necesita mucho esfuerzo y paciencia, pienso que a cualquier persona le debe cansar en algún momento estar abriendo y cerrando una reja a personas que no siempre te tratan con respeto. Y creo que lo que más me costaría sería no pasar tanto tiempo con mi familia, que me toque turno en fechas importante como Navidad o el cumpleaños de un ser querido. No sé el nombre del señor,  ni donde vive, ni cuántos hijos tiene; pero su buen humor y su disfrute me motivan a disfrutar y a encontrar el sentido a todo lo que haga, por más pequeño o grande que sea, por más ordinario o extraordinario que parezca.

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