viernes, 27 de abril de 2012
miércoles, 4 de abril de 2012
Heroínas
Por vivir intensamente la caridad
Por estar siempre dispuestas a ayudar
Por su interminable amor
Por tener un corazón sensible a la necesidad
Por su coreja, valentía y fortaleza
sábado, 31 de marzo de 2012
El guardia
Hace siete años que vivo en una residencial relativamente grande y por ello son muchos guardias que velan por la seguridad de los que vivimos aquí. Siempre me llamó la atención uno de los señores que se encarga de una de las puertas porque a diferencia de los otros guardianes él siempre se nota muy contento. Sin importar que turno le toque, sin importar si hace mucho frio o mucho calor, él siempre está dispuesto a abrir la puerta con una sonrisa y un efusivo saludo. Me cuestionaba mucho que a pesar de que su trabajo aparentemente no es el más acomodado ni el mejor remunerado, siempre estuviera tan contento; transmitiendo mucho gozo y dando la impresión que disfruta plenamente de su labor. Me pongo a pensar si yo estaría tan contenta si tuviera ese trabajo, porque reconozco que se necesita mucho esfuerzo y paciencia, pienso que a cualquier persona le debe cansar en algún momento estar abriendo y cerrando una reja a personas que no siempre te tratan con respeto. Y creo que lo que más me costaría sería no pasar tanto tiempo con mi familia, que me toque turno en fechas importante como Navidad o el cumpleaños de un ser querido. No sé el nombre del señor, ni donde vive, ni cuántos hijos tiene; pero su buen humor y su disfrute me motivan a disfrutar y a encontrar el sentido a todo lo que haga, por más pequeño o grande que sea, por más ordinario o extraordinario que parezca.
sábado, 24 de marzo de 2012
Jhony
Hace dos años que hago voluntariado en el ISN (Instituto Nacional de Salud del Niño) donde cada domingo, junto a muchos jóvenes, vamos a visitar a los niños del hospital.
Hace un año conocí a Jhony, un niño del pabellón de Traumatología; era el más tímido de los cuatro niños que se encontraban en el cuarto pero poco a poco fue hablándome. Me contó que tenía 9 años y que vivía en Cajamarca, que lo había atropellado un auto y tenían que operarle las piernas. Comencé a visitarlo todos los domingos, le llevaba dulces y juguetes para que no se aburra de estar tanto tiempo en cama y me quedaba más tiempo con él que con los otros niños. Un día llegué y a Jhony se le estaba derramando el suero, llamé a la enfermera y ella le dijo que cuando viniera su mamá le dijera que le comprara otra llave y otra manguera porque se le habían roto. Él se quedo triste y me dijo que su mamá no vendría. Y tenía razón, a diferencia de los otros niños, Jhony no recibía visitas. Le pregunté si venían sus papás a verlo y me dijo que no, que sólo vinieron a Lima para internarlo y luego se regresaron a Cajamarca porque tenían que quedarse con sus otros hermanos. Fue desde ese momento que decidí hacerme cargo de Jhony, las enfermeras comenzaron a darme las recetas para poder comprarle lo que necesitaba para su recuperación. Me encariñe mucho con él, los días que no podía ir a verlo lo llamaba para saber cómo estaba. Le enseñaba el abecedario porque Jhony no sabía leer, pintábamos, jugábamos y lo paseaba en su silla de ruedas. Y así lo acompañé durante 3 meses hasta que Jhony se recuperó y le dieron de alta. Me costó mucho despedirme de él, pero estaba feliz de que pudiera regresar a su casa y con su familia.
Hace un año conocí a Jhony, un niño del pabellón de Traumatología; era el más tímido de los cuatro niños que se encontraban en el cuarto pero poco a poco fue hablándome. Me contó que tenía 9 años y que vivía en Cajamarca, que lo había atropellado un auto y tenían que operarle las piernas. Comencé a visitarlo todos los domingos, le llevaba dulces y juguetes para que no se aburra de estar tanto tiempo en cama y me quedaba más tiempo con él que con los otros niños. Un día llegué y a Jhony se le estaba derramando el suero, llamé a la enfermera y ella le dijo que cuando viniera su mamá le dijera que le comprara otra llave y otra manguera porque se le habían roto. Él se quedo triste y me dijo que su mamá no vendría. Y tenía razón, a diferencia de los otros niños, Jhony no recibía visitas. Le pregunté si venían sus papás a verlo y me dijo que no, que sólo vinieron a Lima para internarlo y luego se regresaron a Cajamarca porque tenían que quedarse con sus otros hermanos. Fue desde ese momento que decidí hacerme cargo de Jhony, las enfermeras comenzaron a darme las recetas para poder comprarle lo que necesitaba para su recuperación. Me encariñe mucho con él, los días que no podía ir a verlo lo llamaba para saber cómo estaba. Le enseñaba el abecedario porque Jhony no sabía leer, pintábamos, jugábamos y lo paseaba en su silla de ruedas. Y así lo acompañé durante 3 meses hasta que Jhony se recuperó y le dieron de alta. Me costó mucho despedirme de él, pero estaba feliz de que pudiera regresar a su casa y con su familia.
En realidad no le salve la vida, probablemente fueron los doctores quienes lo hicieron, pero me alegra profundamente saber que pude ayudarlo y acompañarlo cuando más lo necesitó.
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